Comité Editorial

5 de julio de 2012

Breve entrevista a las Microlocas


Desde la IM nos piden una entrevista a ocho manos, y el pánico cunde entre las Microlocas, ya que dos de nuestras extremidades se encuentran desconectadas en una isla mediterránea y las otras dos están en cama, afectadas por un virus estival. ¿Qué hacemos? ¿Qué? Pues para empezar, presentarnos. Luego todo se andará…

©  Isabel Wagemann
Teresa Serván (TS): «En el 2000 nací literariamente. Cuando mi cuento se incluyó en la antología Por favor, sea breve creí que era suficiente, pero aquella forma de narrar se me había metido dentro, se me pegó a las manos, a los ojos, a la forma del mundo y cualquier cuento que volviera una página se convirtió en una novela. Luego descubrí a Samperio, leí a Shua, me deslumbré con Arreola y veneré a Brasca. Algunos de mis micros se han publicado en antologías, otros en revistas digitales y, los más afortunados han ganado un premio, una mención, o han quedado finalistas en algún certamen. Tengo un negocio especializado en juegos de mesa. Así que, por definición, no puedo aburrirme ».

Isabel González González (IGG): «Me llamo Isabel y crecí en los años setenta, en una gasolinera a las afueras de un pueblo. Nuestra casa, adosada a los surtidores, era un apeadero. La gente entraba y salía, y pedía combustible, una lata de aceite o un refresco. Mi madre lamentaba la falta de intimidad de nuestro hogar, pero no concebía que quien cruzara nuestra puerta se marchara defraudado. Supongo que eso es la felicidad. Escribir. Compartir casi a la fuerza. Aquello que se tenga. Yo tuve un sapo en una tina. Ahora tengo cuentos. Varios de ellos viven en una antología, Casi tan Salvaje (Páginas de Espuma). Está claro que me gusta lo breve, aunque con dos excepciones. Las teclas de los teléfonos deben ser enormes y los besos, largos».

Eva Díaz Riobello (EDR): «Nací en Avilés, Asturias, en 1980, aunque me crié en Gijón, junto a las aguas heladas del mar Cantábrico. Crecí en una región verde y montañosa, cargada de leyendas sobre criaturas míticas y serpientes aladas. De ahí me viene el gusto por los cuentos de hadas, aunque siempre les busco su lado más perverso. He vivido en Salamanca, París y Bruselas, donde las leyendas fantásticas de la vieja Europa terminaron de fraguar. Ahora vivo en Madrid y compagino el periodismo con la escritura. He ganado varios premios y una antología de mis cuentos, Susurros en el tejado, todavía anda pululando por el mundo. También llevo una doble vida en Internet, donde cultivo un blog Las Letras Dormidas, que cada día crece más asilvestrado».

Isabel Wagemann (IW): Nací en Valdivia, una pequeña ciudad del sur de Chile, el 12 de junio de 1972. Siempre pensé que crecería y moriría allí, pero un día agarré las maletas para estudiar en la “madre patria”. Ya sólo volví de vacaciones, a enseñarles a mis padres y hermanas que me habían nacido dos hijas, y que el pelo, antes rizado, estaba lacio. Sigo en Madrid. Trasnochada, mitad chilena, mitad otra cosa. Aquí he comenzado a escribirme, a encontrarme. Escribo -y no puedo evitarlo- sobre pequeños objetos afilados, fríos y amenazantes y algunas veces, sobre niños muertos. Me inspira la muerte. Vivo en España, pero leo más que nada a los de mi tierra, o a los que pillan cerquita. Al menos ahí, me siento como en casa. Ahora sé que no existe el lugar perfecto para vivir y que lo más cercano a eso es el espacio donde puedo escribir».



IM: Microlocas, ¿por qué ese nombre?
TS: El nombre, al igual que el nuestro propio, nos vino dado. Fue nuestra madrina, Clara Obligado, quien nos bautizó, convencida de que entre nosotras había una poética común. Lo cierto es que no debatimos para elegir un nombre. Con las Microlocas las cosas fluyen, ocurren de forma directa e intensa.

IM: ¿Cómo nace la idea de hacer un libro de microrrelatos a ocho manos y qué tiene que ver en todo esto Clara Obligado?
EDR: Clara nos había leído a las cuatro e insistió en que debíamos hacer algo juntas, opinaba que nuestra escritura compartía inquietudes y una voz común que debíamos reunir. Esto fue el motor de arranque, el resto vino rodado: un viaje a México de Clara, el entusiasmo de Rosa Beltrán (Directora del departamento de Literatura de la UNAM), la idea de que la literatura no tiene fronteras y…bueno, hizo falta un poco de tequila para convertirlo en proyecto.

IM: La redacción de un libro a ocho manos, ¿qué ventajas supone y qué inconvenientes? ¿Es un obstáculo o es un estímulo, el hecho de trabajar en equipo?
TS: En este caso, ventajas. Sin que se pierda la voz individual de cada una, el acto de escribir ha sido menos solitario, cabe la crítica, la admiración, el consejo y la amistad… Hemos reído y sufrido juntas.
EDR: Por supuesto no es fácil coordinarse cuando, además del libro, cada una de nosotras tiene su trabajo, su familia, sus obligaciones… y horarios casi incompatibles con las demás. Aquí Internet ayudó mucho, creamos un grupo de correo que era muy útil a la hora de coordinarse e intercambiar textos. Y por suerte también tenemos a Teresa, que es extremadamente organizada y supo poner orden en nuestro caos creativo. Resumiendo: cuando la química funciona, como es nuestro caso, los obstáculos se sortean y las ventajas se multiplican. Desde luego, a mí los textos de mis compañeras me han servido de inspiración, de modelo y de estímulo para escribir los míos. También las odio profundamente y me da mucha envidia cómo escriben, pero eso ya lo saben.
IW: Ha sido muy estimulante tener siempre cerca a estas tres magníficas mujeres y escritoras. De obstáculo, nada. Al contrario.


IM: ¿Qué tienen en común Isabel González, Teresa Serván, Eva Díaz Riobello e Isabel Wagemann? ¿Y qué las diferencia?
TS: Las cuatro escribimos en la ducha… ¿hay otro lugar más adecuado para pensar un texto? Allí no hay niños, trabajos, maridos ni distracciones. El micro se adapta a ese espacio. Afortunadamente nos diferencian tantas cosas que podemos complementarnos.
EDR: A todas nos apasiona la literatura, la buena comida y las charlas nocturnas que se prolongan hasta la madrugada después de una buena cena. A partir de ahí, supongo que todo son diferencias, pero que no nos han separado, sino que en cambio nos han enriquecido como grupo. 
IW: Isabel G. e Isabel W. tenemos en común el nombre y la fecha de nacimiento. Por lo demás, nos diferencia todo y nos unen muchísimas cosas y más aún desde que vivimos en la Aldea.

IM: ¿Sois igual de críticas con vosotras mismas que con las otras tres?
TS: Mucho más con nosotras mismas que con el resto. Por eso, ser cuatro nos permite avanzar.
EDR: Yo creo que no existe crítico más despiadado que uno mismo. Después, a las otras tres, las odio y las critico por igual, sin distinción.
IW: ¿Criticar? ¡Siempre! Pero la diferencia es que a mí no me dejo dormir, y con las otras tres, a veces me encandilo y cuesta más.

IM: El libro, podría decirse, parte de un cuento de Juan José Arreola. ¿Por qué precisamente ese cuento?
IW: Queríamos homenajear al género, a México, a nuestros precursores literarios, y Arreola irrumpió con su Guardagujas en nuestra mesa, poblada de coronitas y panes de chocolate. Quién sabe, podría haber sido otro texto, otro autor, otra Aldea... 

IM: Muchos de los relatos están relacionados y muestran conexiones y concatenaciones unos con otros ¿Cómo fue el proceso de creación y redacción del libro y cuánto duró? 
TS: El proceso de creación ha sido posible a través de internet. Usamos un grupo de Google en el que hemos intercambiado miles de correos con todo tipo de temas, sugerencias, ideas y correcciones. Aunque la idea de interrelacionar textos estuvo ahí desde el principio, lo cierto es que sucedió de forma natural. Compartimos tantas cosas durante este proceso que fue inevitable robarnos textos, respondernos, invadirnos…  Cada cuento es una creación individual, sin embargo, después de intercambiar más de dos mil emails y reunirnos tres veces, conseguimos una unidad particular, una historia que cuenta muchas historias. Un libro de relatos que varios lectores han leído como si se tratara de una novela, cosa que nos llama muchísimo la atención. En cuanto a los plazos, un malentendido inicial llevó a la UNAM a pensar que el libro ya estaba escrito, por lo que los tiempos han sido muy cortos. En sólo tres meses entregamos el manuscrito final, sin embargo, este libro lleva años gestándose, todos esos años que las cuatro llevamos trabajando, leyendo y cultivando el microrrelato.

IM: Esa Aldea F, plagada de sueños frustrados, de resignación, de soledad…. ¿es un trasunto del mundo en que vivimos?
IGG: ¿De verdad crees que en un lugar en el que se puede burlar a la muerte invitándola a un trago, sólo hay frustración, resignación y soledad? De todas formas, puede que F. sea el lugar al que cualquiera tiene miedo de ir a parar, y por el que todos pasamos tarde o temprano. Aunque detrás de la tristeza y desesperanza de F. también se esconde la luz: detrás de cada historia, dentro cada personaje, incluso en los relatos más negros podemos encontrarla.

IM: Además de la referencia a Arreola, el libro no olvida a otros muchos autores, como Neuman, Shua, Girondo, Brasca... Esos microrrelatos, ¿son un homenaje o una obligación?
IW: Más bien un homenaje obligado… después de una ocupación evidente de sus textos, claro.

IM: ¿Qué libros no faltan en vuestra mesilla de noche?
TS: Técnicamente, en mi mesilla no caben más libros… Soy lectora, sobre todo, de microrrelato aunque no me pierdo cualquier libro de cuentos de la Editorial Páginas de Espuma, venero a Raúl Brasca, envidio a Hipólito Navarro, estoy devorando la Mujer Perro de Carola Aikin, paso los malos ratos con Italo Calvino, me conmueve Irene Nemirovsky, me divierte Ana Mª Shúa… esto sería interminable…
EDR: Yo soy una lectora bastante voraz y combino todo tipo de géneros. Acabo de terminar la antología de cuentos Casi tan salvaje de Isabel González, y tengo a la mitad Fenómenos de circo, de Ana María Shua. También estoy enganchada a la saga Juego de tronos, de George R.R. Martin, como lo está medio planeta, claro, así que tengo pendiente el quinto libro, Danza de dragones. Al margen de esto, entre mis autores de cabecera no pueden faltar: Truman Capote, Susanna Clarke, Félix J. Palma, Roald Dahl, Clara Obligado, Stephen King, Marc R. Soto, Ray Bradbury, Flannery O’Connor, Fernando Iwasaki… no sigo que me canso.
IW: En mi velador los libros compiten por hacerse un huequito, se empujan unos a otros, así que faltar, no faltan. Ahora mismo están peleando por no despeñarse: El libro de los viajes equivocados de Clara Obligado,  El baile de Irene Nemirovsky, El pez volador, de Hipólito G. Navarro, La realidad quebradiza de José Mª Merino, Los ensimismados de Paul Viejo, La vida de las mujeres de Alice Munro, y unos cuantos más.

IM: ¿Os atreveríais a escribir un microrrelato (no un libro) a ocho manos?
EDR: En realidad, casi todos los microrrelatos de La Aldea de F. están escritos a ocho manos, porque cada una de nosotras ha compartido sus textos con las demás, y gracias a sus opiniones los ha ido puliendo y mejorando. Pero si quieres retarnos, literalmente, a que escribamos uno aquí, a ocho manos, atente a las consecuencias.

IM: ¿Tenéis algún otro proyecto conjunto en mente del que podáis avanzar algo? ¿E individualmente?
IW: Algo tramamos, claro. Esto hay que repetirlo, aunque se trata de una aventura muy distinta a “La Aldea de F”. 

----------------------------------------

Teresa Serván
Un escritor: Raúl Brasca
Un libro: El libro de los viajes equivocados, Clara Obligado
Una película: Amanece, que no es poco
Una ciudad: Todas las que me faltan por conocer
Una canción: Me and Bobby McGee (Janis Joplin)
Una comida: croquetas
Un secreto: si te lo digo, dejaría de serlo

Eva Díaz Riobello
Un escritor: ¿Uno solo? ¿Estás loco?
Un libro: Vale, venga… La colina de Watership, de Richard Adams
Una película: La rosa púrpura del Cairo, de Woody Allen
Una ciudad: Bruselas
Una canción: Bohemian Rhapsody, de Queen
Una comida: Tacos
Un secreto: No me gusta el tequila

Isabel Wagemann
Un escritor: Bolaño
Un libro: Casi tan Salvaje, Isabel González
Una película: El apartamento
Una ciudad: Valdivia, siempre.
Una canción: Todo Cambia, de Mercedes Sosa.
Una comida: Asado de cordero en Cayucupil
Un secreto: ¿Mío o de las Microlocas?

Isabel González González
Odio los test, los suelo hacer fatal, per bueno, vosotros lo habéis querido.
Un escritor: No. Tres escritoras: Ana Mª Shua, Clarice Lispector y Flannery O'Connor.
Una película: 'La cinta blanca'
Un libro: El que acabo de dejar junto al teclado para responderte: Satán dice, de Sharon Olds.
Una ciudad: en verano, a las 18.23 horas, comienza a llover torrencialmente y la gente corre cubriéndose la cabeza con los objetos más dispares.
Una canción: la primera que escuché la primera vez que entré a un pub. La inigualable 'The final countdown' de los todavía más  inigualables Europe. Momentazo.
Una comida: de mi madre y con vino.

4 comentarios:

  1. Buena ENTREVISTA Y muy buenas respuestas, no me esperaba menos.


    Abrazos chicas

    ResponderEliminar
  2. Gracias Rosana!! Un besote de parte de las 4!!

    ResponderEliminar
  3. Leo vuestra entrevista desde Buenos Aires y me dan unas ganas locas de ver a Las Microlocas. Un abrazo muy fuerte desde el sur del sur, Clara

    ResponderEliminar
  4. Nosotras también tenemos ganas de verte!! Otro abrazo para ti, Clara!!

    ResponderEliminar

Los comentarios anónimos serán eliminados. Gracias por su comprensión.